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Cecilio E. Newton



                                       La misteriosa  historia de los masones locales -






Esta sociedad secreta tuvo presencia en nuestra ciudad a comienzos de siglo XX. Pero nadie sabe cómo llegaron ni de su repentina desaparición. Sólo dejaron algunos rastros.
Como una auténtica sociedad secreta que formaban, poco se sabe de los masones en San Francisco y la región. Apenas unos rastros públicos de la presencia de algunos grupos (llamados logias) y mucho menos de su desaparición.

La francmasonería o masonería es una organización secreta que reúne a individuos agrupados en entidades conocidas como logias bajo un precepto de fraternidad. La institución se auto define como filantrópica, filosófica, simbólica y no religiosa, con la finalidad de impulsar el progreso moral e intelectual de las personas.
Un concepto básico de la masonería es que el ser humano debe ser lo más ético posible, y la masonería le debe servir para perfeccionarse. Utilizan mucho el concepto de “la piedra bruta” que se debe convertir en una piedra pulida. O sea, que el ser humano debe pulirse y eliminar sus defectos a través del trabajo interior.
Para integrar una logia, se debe tener una invitación expresa y pasar un riguroso proceso de selección y aprobación.
La escuadra (símbolo de la virtud) y el compás (símbolo de los límites con los que debe mantenerse cualquier masón respecto a los demás) son los dos símbolos masónicos más conocidos.
Rastros locales
Para conocer algunos detalles de esta logia secreta formada en nuestra ciudad dialogamos con el presidente del Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región, Arturo Bienedell.
“La masonería aparece públicamente en nuestra ciudad sobre finales del siglo XIX, principios del XX, cuando comienzan a llegar acá los nuevos pobladores. Muchas de las personas que se instalaban en la región ya pertenecían a algunas logias masónicas y formaron nuevos grupos”, explica.
El caso más difundido en la región es el de la localidad de Zenón Pereyra. Se cree que su fundador era masón y que el trazado del pueblo y muchas de las construcciones conservan símbolos de la logia.
Un sepelio masón
Según devela Bienedell, recién en abril de 1917 vuelve a saberse sobre la masonería en San Francisco y se conoce el nombre de la logia “Porvenir social”, porque fallece un francés que se llamaba Luis Amalvy, director de la banda municipal de música. “Se produce un acto público muy importante en su sepelio del que participaron numerosas personas y hablan, entre otros, Amadeo Belén Cabrera, que evidencia el carácter masón de Amalvy”, detalla.
Tiempo después Belén Cabrera crea su propio diario “El Progreso”, un nombre también vinculado con los preceptos de la masonería. Sin embargo, no hay referencias a la logia y tras la muerte del periodista en 1951, sus familiares destruyeron todos los archivos del diario y sólo se conservan unos pocos ejemplares.
Nuevamente la masonería en la muerte
En el año 1935 se produce el fallecimiento de Cecil Newton, el segundo director de la Escuela Normal y nuevamente aparecen los rastros de la logia. “Él era inglés, de una gran intelectualidad, que llegó solo a la ciudad en 1918. Su esposa había muerto en Buenos Aires y la única hija que tenía se había ido con otros familiares. Fue un solitario, siempre acompañado por perros, se lo conocía como ‘el inglés de los perros’. Era un hombre muy apreciado por un sector de sus alumnos, y tras su muerte se le hace una placa con los símbolos de la masonería, la escuadra y la regla”, describe Bienedell.
Tras la muerte de Newton se pierden los rastros de la sociedad secreta. ¿Habrá sido Newton el último gran maestre de la logia?
Algunas especulaciones
En las décadas del ’30 y ’40 comienzan a aparecer entidades como Rotary club y El club de Leones, y el responsable del Archivo Gráfico señala que este tipo de agrupaciones pudieron absorber a los masones locales
“Dado que los fundamentos de la masonería, que es de agruparse para el bien común y por la idiosincrasia de San Francisco, es posible que la presencia de otras entidades los haya reemplazado o absorbido. De todos modos, termina siendo un misterio la masonería local porque no se sabe cómo empezaron ni cómo terminaron, si es que terminaron”, concluye Bienedell.
Según los archivos de inmigración, Cecil Elsdale Newton era de nacionalidad inglesa siendo su lugar de nacimiento más específicamente Bath.
De profesión director de escuela, llegó a la Argentina en el barco Alcántara habiendo embarcado en Santos.
Toda una historia, misterio, con una leyenda…




THE ENGLISH OF DOGS




La Leyenda
La historia oral con su maravilloso bagaje de datos y hechos que rozan muchas veces lo inverosímil y se nutre con el aporte inevitable de quienes se apropian de ella, tiene una crónica con letras de molde para la Leyenda de la Normal. CECIL NEWTON   murió en la Escuela, víctima del cáncer, el 3 de marzo de 1935.  Su cuerpo yace en el cementerio municipal; su epopeya civilizadora se perpetúa con cada nueva promoción de maestros que egresa de las aulas que tanto amó.   Su historia…  ¡Ah!  la historia del Señor CECIL NEWTON …  Esa increíble tragedia con reminiscencias de los dramas de las   Hermanas Brontë, se sostiene en el tiempo hecha una leyenda que   recorre cada noche los pasillos del maravilloso edificio que él logró para el establecimiento;  provoca el entusiasmo de los estudiantes ,   se hace  sonrisa cómplice y confidencias en voz baja de personal de la Escuela que aporta decenas de anécdotas a la hora de hablar de experiencias con esa presencia de cuya existencia  nadie duda.
Cecil Newton y su tumba olvidada
 Fueron, decíamos entonces, días de abrazos interminables, emociones desbordadas, reencuentros que hasta hace poco se creían imposibles.   Y en esas jornadas, entre remembranzas de antigua data, se filtró inevitablemente la mención de LA LEYENDA de la Normal asociada al nombre de CECIL NEWTON.  El querido Maestro, segundo director que tuvo la escuela, cuya tumba -alguna vez declarada Monumento Histórico por la Municipalidad de San Francisco-  abandonada   por sus responsables y ultrajada por los vándalos, sigue esperando la dignidad que se le niega. La Ciudad Educadora no tiene interés en recordar a Newton, ni a su tumba, ni a la obra formidable del noble británico “que eligió ser maestro en la Argentina”.
"Esta biblioteca tiene su nombre haciendo honor  a lo que represento en la educación"


                       

                                                                         


Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hola gente, muy interesante el blog. ¿Se conoce qué grado detentaba Newton dentro de la masonería? Gracias.

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